#048 🌿 Epicuro: deja de sufrir, olvida la política y cultiva la amistad | Las grandes mentes de la filosofía (IV)
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Después de un largo descanso, retomamos esta serie de grandes pensadores de la filosofía. Si lo recuerdas, empezamos con Sócrates, seguimos con su aprendiz Antístenes y sus seguidores los filósofos-perro, y conocimos las ideas de Platón.
En esta cuarta edición, damos un salto adelante en el tiempo para conocer las ideas de una de las corrientes de pensamiento más malinterpretada de la historia.
Epicuro de Samos: un gurú en la antigua Grecia
Epicuro de Samos descubrió su pasión por la filosofía con solo 14 años. Estudió el platonismo, pero al no terminar de encajar con sus ideas, decidió explorar el resto de filosofías. Pronto se convirtió en profesor de filosofía y empezó a formar su propio pensamiento, tomando como inspiración las ideas atomistas de Demócrito y el hedonismo de Aristipo de Cirene, un alumno directo de Sócrates que fundó la escuela cirenaica.
Después de años enseñando, a sus 35, Epicuro compra una casa y un pequeño terreno a las afueras de Atenas. Allí fundó el Jardín, la escuela del epicureísmo. El Jardín tenía dos peculiaridades que lo distinguían del resto de escuelas filosóficas.
La primera es que Epicuro se presentaba como una especie de héroe o salvador. Tanto es así, que incluso después de su muerte, el día de su nacimiento se celebraba como fiesta. Esto no ocurre con el resto de corrientes que surgen durante estos años difíciles, como el estoicismo o el escepticismo.
Epicuro en el famoso cuadro de La escuela, de Rafael
La segunda es que, al igual que los cínicos, no había requisitos para filosofar. Esclavos y ciudadanos, mujeres y hombres, jóvenes y viejos, todos eran bienvenidos en el Jardín.
Aunque el epicureísmo era un sistema completo de pensamiento, compuesto por una teoría del conocimiento, una física, una teología y una ética, nos vamos a centrar solo en las ideas prácticas, que todavía más de veintidós siglos después, pueden ayudarnos.
Deja de sufrir: El Tetrafármaco + 2
El hedonismo propuesto por Aristipo de Cirene consiste en la búsqueda del placer. A mayor placer, mayor felicidad. Y como el placer más intenso es el de los sentidos y el futuro es incierto, el placer sensible ahora es el que tenemos que perseguir.
Para muchos, estas ideas —que tan bien parecen reflejar a una parte de la sociedad actual— son las ideas de Epicuro. Pero esta confusión no es algo nuevo.
Ya desde el origen de la escuela, Epicuro tuvo que aclarar el malentendido:
«Así pues, cuando afirmamos que el gozo es el fin primordial, no nos referimos al gozo de los viciosos y al que se basa en el placer, como creen algunos que desconocen o que no comparten nuestros mismos puntos de vista o que nos interpretan mal, sino al no sufrir en el cuerpo ni estar perturbados en el alma».
Para explicar esta ausencia de sufrimiento, los griegos tenían dos palabras raras: la aponía, que significa ausencia de dolor físico, y la ataraxia, la ausencia de perturbaciones mentales de la que ya hablamos en la serie del podcast dedicada a Montaigne.
Para alcanzar este no-sufrimiento, Epicuro propuso actuar desde el conocimiento y la razón. Conocer qué nos va a producir placer y dolor a largo plazo, y utilizar la razón para elegir la opción que maximice esa diferencia.
Para este objetivo que tan fácil parece, Epicuro escribió trescientos manuscritos, de los cuáles sólo han sobrevivido hasta nuestros días unas cien páginas. Las ideas más importantes son seis.
El Tetrafármaco
El Tetrafármaco era un compuesto de cuatro medicamentos (cera, sebo, brea y resina). Esta palabra fue adoptada por los epicúreos de la época romana para referirse a un resumen de remedios para las preocupaciones del alma:
No temas a los dioses;
No te preocupes por la muerte;
Lo que es bueno es fácil de conseguir;
Lo que es terrible es fácil de soportar.
Ya en la Antigua Grecia existía el miedo de qué pensaban los dioses de los actos cotidianos. Para Epicuro, los dioses o son imperturbables y felices, o no son dioses. Porque alguien imperturbable y feliz no hace sufrir a los demás. Por eso no hay que temer a los dioses.
La muerte es otra preocupación constante a lo largo de la historia. Hoy los hay que aspiran a la inmortalidad o exploran extrañas conciencias en busca de alternativas. Para Epicuro, la muerte es simplemente dejar de sentir. Así lo explica: «cuando existimos nosotros, la muerte no está presente, y cuando la muerte está presente entonces nosotros no existimos». Por eso no hay que preocuparse por la muerte.
El deseo es otra de las mayores fuentes de sufrimiento. Naval lo define como «un contrato de infelicidad hasta conseguir aquello que deseas». Para mantener la tranquilidad debemos cubrir los deseos naturales y necesarios: necesidades básicas como el alimento, el agua o un hogar; disfrutar con moderación los deseos naturales y no necesarios, como los banquetes; y evitar los deseos no naturales y no necesarios, como el poder o la fama, que a la mínima se convierten en fuente de ansiedad, frustración y conflicto. Por eso, lo que es bueno es fácil de conseguir.
La enfermedad y el dolor son otro miedo que compartimos con los griegos. Epicuro es optimista. Normalmente el dolor intenso tiende a ser breve y al dolor crónico nos acostumbramos. Recordar esta idea nos ayuda a no sufrir más de la cuenta. Por eso, lo que es terrible es fácil de soportar.
Epicuro tiene muchas más ideas interesantes. Antes de cerrar, vamos a rescatar otras dos que todavía tienen eco en nuestra sociedad.
+1. Olvida la política
El epicureísmo rompe con la idea, en ese momento aceptada, de que para alcanzar la vida plena necesitas participar en la política. Epicuro propone retirarse de las turbulencias y el bullicio de la política para refugiarse en una vida sin sufrimiento en el Jardín.
En la época de Epicuro, Alejandro Magno había conquistado Grecia y los ciudadanos habían perdido su poder político. Hoy, ante la calidad de las alternativas políticas que triunfan en la democracia representativa del partidismo, muchos vuelven a ver la retirada de la política como la mejor decisión.
+2. Cultiva la amistad
Epicuro ya sabía que de la calidad de nuestras relaciones depende la calidad de nuestra vida. La amistad es tan importante para el epicureísmo que tiene sentido sufrir en el cuerpo y en el alma por un amigo.
Por eso el Jardín era una comunidad de amigos donde compartir mesa y conversación. Porque para Epicuro el mayor placer y lo que hace que la vida merezca la pena, es estar rodeado de personas queridas.
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