#005 🦔 El martillo de oro: el peligro de la especialización
La libertad de creernos libres, próximo encuentro de la comunidad y un consejo de carrera de Scott Adams
🏆 Esta semana kaizen ha ganado el premio Ivoox al mejor podcast del año 2024 en la categoría «Empresa y tecnología», confirmando dos cosas: que es un podcast difícil de categorizar y que tiene unos oyentes maravillosos. Muchísimas gracias a todos los que lo votasteis 🫶
Profesión (1957) es un cuento de Isaac Asimov que nos invita a reflexionar sobre la educación. El protagonista es George Platen, un joven que vive en la Tierra en el siglo LXXVI y que quiere ser programador de ordenadores. En esta era avanzada, los niños aprenden como si fueran ordenadores, «cargando» diferentes programas en su memoria. Con ocho años, en el Día de la Lectura, aprenden a leer en un abrir y cerrar de ojos. Con dieciocho, en el Día de la Educación, son asignados a una profesión en función de la predisposición de su mente. Esa profesión determinará el tipo de cintas que se «cargarán» en el cerebro de esa persona.
George Platen no encaja en el sistema. En el Día de la Educación, un doctor le transmite que su mente no es apta para recibir conocimientos de ninguna clase y es enviado a una Casa para Débiles Mentales. Allí aprende a la vieja usanza: leyendo libros y asistiendo a clases. Después de un año, George se da cuenta de los peligros de aprender mediante cintas: «Enseñan demasiado, son indoloras. Un hombre que aprende así no sabe aprender de otro modo». A través de preguntas, llega a la conclusión de que alguien tiene que inventar las nuevas máquinas y crear las nuevas cintas para entrenar a los técnicos.
«¿Quién inventa los instrumentos último modelo que requieren técnicos último modelo?».
«¿Y quién prepara las cintas educativas? ¿Técnicos especiales? En ese caso, ¿quién hace las cintas para educarlos a ellos? ¿Técnicos más avanzados? Y entonces, ¿quién...? Tiene que terminar en alguna parte. En alguna parte ha de haber hombres y mujeres con capacidad para tener pensamientos creativos».
Es difícil no trazar un paralelismo entre la historia de Asimov y el planteamiento de la mayor parte del sistema educativo actual. Con dieciocho años, los jóvenes deciden –aunque a veces lo decidan sus padres– con qué disciplina comprometer los próximos años de su vida. Dos, cuatro, cinco, diez... el número de años dependerá de si escogen grado superior, grado universitario, doble grado, máster o doctorado. Los padres compran la promesa de que si su hijo profundiza lo suficiente en una disciplina del conocimiento, una empresa le contratará y le pagará por ello. Esta tendencia a la especialización del sistema educativo esconde un grave peligro.
El martillo de oro
«Si todo lo que tienes es un martillo, todo te parecerá un clavo». — Abraham Maslow
Quien construye sus modelos mentales alrededor de una única disciplina tiene una visión muy limitada de la realidad. Si todo lo que tienes es Biología, verás vida y evolución en todas partes. Si todo lo que tienes es Física, verás átomos, ondas y energía en todas partes. Si todo lo que tienes es Psicología, verás procesos mentales y conductas en todas partes.
No podemos olvidar que las disciplinas son creaciones humanas. Los límites entre categorías, a menudo arbitrarios, son útiles porque nos ayudan a navegar un territorio inabarcable, pero son inevitablemente erróneos. En el mapa, las fronteras son claras. En el territorio de la realidad, no hay una línea recta que nos diga dónde termina la física, dónde empieza la biología y cuándo es turno de la psicología.
El martillo de oro es una herramienta, tecnología o modelo mental que creemos que sirve para resolver cualquier situación. Las soluciones a todos los problemas no pueden encerrarse en una única idea ni en una única disciplina. Después de cuatro años (o más) estudiando una sola especialidad, es fácil olvidarlo.
El periodista David Epstein compara especializarse en un área de conocimiento con cavar una trinchera. Profundizar es útil y necesario para encontrar ideas valiosas pero, como (casi) todo, llevado al extremo se vuelve contraproducente. Cuando el foso es demasiado profundo, los modelos que allí se encuentran pierden el contacto con el aire fresco y la luz de la superficie. En esas profundidades, se olvida el propósito inicial de las teorías de representar de forma útil la realidad para resolver problemas.
El poeta griego Arquíloco escribió: «Muchas cosas sabe el zorro, pero el erizo sabe una sola y grande». Sobre esta idea, Isaiah Berlin escribió el ensayo El erizo y el zorro para intentar entender el pensamiento de Lev Tolstói. Este titán de la literatura, aun siendo consciente de que «no hay teoría que pueda contener la inmensa variedad de actitudes humanas posibles», se ve tentado por buscar la explicación única y total del mundo, un martillo dorado que convierte todo a su alrededor en clavos. Que la mente detrás de La muerte de Iván Ilich, Guerra y paz o Anna Karenina no fuera inmune a este peligro de buscar soluciones totales, es un motivo más de que debemos estar alerta.
Amplía tus herramientas
En la serie del podcast que le dedicamos a la creatividad hablábamos de la liminalidad: ese espacio fronterizo entre dos cosas en el que surge la innovación, la creatividad y la autenticidad. Esta reflexión no pretende ser una apología contra los especialistas, sino una invitación a combinar la profundidad con la amplitud para evitar caer en los peores vicios de la hiperespecialización, un recordatorio para salir del fondo de la trinchera y explorar espacios desconocidos de otras disciplinas.
Como el protagonista del cuento de Asimov, para desvelar nuestros puntos ciegos y luchar contra esa tendencia del martillo de oro, podemos empezar por cuestionar nuestras propias creencias y conocimientos. También podemos, y es una parte importante de lo que hacemos en kaizen, construir una caja de herramientas variadas que nos ayude a pensar mejor. Porque solo con un martillo, por muy brillante que sea, no es suficiente. El mundo es mucho más que clavos.
P.D: el cuento Profesión fue una de las numerosos recomendaciones que Guillermo de Haro compartió en el podcast de kaizen.
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🍝 ¿Qué significa la expresión tirar espaguetis a la pared? Puedes encontrar la explicación en este post.
📚 Descubre dos nuevas recomendaciones en el apartado de Libros y otras lecturas: El arte del saber ligero. Una breve historia del exceso de información (en este post) y Practical Wisdom (en este otro).
📅 El miércoles que viene (4 de diciembre) a las 18:30 nos juntamos para hablar del libro El curioso incidente del perro a medianoche, de Mark Haddon; de la película El juego (1997), de David Fincher; y del cómic From Hell de Alan Moore. Puedes apuntarte desde aquí.
💬 Del melón «¿Cómo y cuándo reflexionáis?» siguen saliendo aportaciones interesantes que puedes leer en este hilo.
🎙️ Episodio de la semana: #214 Los hilos rojos del destino (III): la libertad de creernos libres
Último capítulo de la serie para reflexionar sobre cuánto de nuestra vida está ya escrito y cuánto no. Con: 🕸️ Marionetas 📐 Grados de libertad 🫏 Asnos hiper-racionales 😶 Abulia ➕ y más.
Como siempre, en varios sabores:
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🧱 Recomendación de la semana: un consejo de carrera de Scott Adams
En el año 2007, el autor de la tira cómica Dilbert, Scott Adams, compartía un consejo de carrera que luego sería conocido como skill-stacking o talent-staking. En lugar de intentar ser el mejor en una sola habilidad, ser bueno en la combinación única de varias habilidades.
«Conozco esa sensación. Me licencié en Económicas, obtuve un MBA, trabajé en un banco, luego en una compañía telefónica y me hice dibujante».
«Todo el mundo tiene al menos algunas áreas en las que podría estar en el 25% superior con algo de esfuerzo. En mi caso, dibujo mejor que la mayoría, pero no soy un artista. Y no soy más gracioso que la media de los cómicos que nunca llegan a triunfar, pero soy más gracioso que la mayoría de la gente. Lo mágico es que poca gente sabe dibujar bien y escribir chistes. Es la combinación de ambas lo que hace que lo que hago sea tan raro. Y cuando añades mi formación empresarial, de repente tengo un tema que pocos dibujantes pueden aspirar a entender sin haberlo vivido».