#006 ♥️ La atención es un acto moral
Altruismo eficaz, los hemisferios del cerebro y la paradoja de Jevons
Hace ya casi cuatro años una oyente quiso patrocinar un episodio del podcast. Pero en lugar de anunciarse ella o su empresa, Marina usó el patrocinio para dar visibilidad a Ayuda Efectiva. Fue así como conocí a Pablo Melchor y una forma de ayudar que encaja muchísimo con el espíritu crítico y racional de kaizen.
Pablo, que ya estuvo en el podcast hace más de dos años, es la primera firma invitada de la newsletter de kaizen. En la reflexión de esta semana Pablo explora la relación entre la atención y la moralidad, y nos propone una alternativa para no prestar atención sólo a los problemas que tienen cobertura mediática.
Y tal vez ya lo sepas, pero hace un par de años creamos el equipo de donación kaizen, que es una de las derivadas más bonitas del kaizenverso. Inicialmente nos planteamos alcanzar 10.000€ en donaciones y vamos ya por más de 40.000€. Con ellas, hemos mejorado la vida de casi 20.000 personas, muchas de ellas niños, protegiéndolas de la malaria, de los gusanos parásitos y de la deficiencia de vitamina A. No es sólo que hayamos mejorado vidas, sino que hay al menos 6 de ellas que habrían muerto sin esta ayuda.
Gracias de corazón a todos los que habéis participado y a los que seguís haciéndolo, porque el equipo sigue adelante y vamos a seguir aumentando estas cifras. Superados los 40.000€, ojalá pronto lleguemos a los 50.000 y después a los 100.000 y a cifras mucho mayores, porque significará que habremos hecho el mundo un poco mejor.
Y si tú aún no has participado y quieres hacerlo, visita este link. Creo de verdad que merece mucho la pena.
♥️ La atención es un acto moral
La atención ha sido uno de los temas destacados en el primer y el cuarto número de esta newsletter, además de mantener a Jaime entretenido en el podcast de kaizen 😉: ha hablado sobre cómo proteger la atención de la tecnología, cómo utilizarla de forma productiva, o cómo puede ser una herramienta para vivir mejor. Sin embargo, hay una dimensión mucho menos explorada que se resume en una frase que «me ha pegado muy duro» recientemente: la atención es un acto moral.
¿Qué significa que la atención sea un acto moral? Que algo tan aparentemente inocuo cómo a qué prestamos nuestra atención (y a qué no) tiene consecuencias éticas importantes a todos los niveles. Los actos morales son los que pueden generar bienestar o sufrimiento y el primer beneficiario o víctima de tu atención como acto moral eres tú mismo. Tirando de una frase que me gusta: cada día, al despertarte, puedes decidir si prestas atención a todo lo que tienes y puedes hacer o a todo lo que no tienes y no puedes hacer. Arrancar tu día agradecido o frustrado (si no incluso enfurecido con el mundo por no darte lo que tú crees que te debe) puede ser determinante, en primer lugar, para tu propio bienestar. En segundo lugar, ese estado mental —que has generado a partir de tu atención— va a afectar a tus interacciones con todos los demás: ¿vas a ser la persona que alegra el día a quienes la rodean o la persona que se lo amarga?
Si ampliamos el ámbito de tu atención, la siguiente decisión que tomas a diario (consciente o inconscientemente) es en qué comportamientos y características de los demás te vas fijar: ¿vas a prestar atención a todo lo bueno de tu pareja o a cada supuesto defecto que «te saca de quicio»? Lo mismo es trasladable a la gente que te cruzas de camino al trabajo o a tus compañeros al llegar a la oficina.
Si seguimos abriendo el zoom de tu atención, vamos pasando por cuestiones de mayor envergadura como las noticias económicas o políticas hasta llegar a lo que en tu mente son «los grandes temas» del momento. Y aquí se abre una dimensión ética crucial. El mundo está lleno de problemas, pero ¿a cuáles prestamos atención? Como norma general, a los que llenan las noticias o las redes sociales. La consecuencia es que nos impactan los refugiados de la guerra de Ucrania y queremos ayudarlos, pero la probabilidad de que ayudemos a los millones de refugiados en Uganda (que viven en condiciones mucho peores) es cercana a cero, simplemente porque «no han merecido» la atención de las noticias ni las redes sociales —y, por tanto, la nuestra—. Nos impactan algunas catástrofes naturales, pero ni siquiera hemos oído hablar de otras, como las devastadoras inundaciones en Nigeria en los últimos meses que han dejado a 1,3 millones de personas desplazadas (por cierto: hubo inundaciones similares en 2022 y 2023 sin merecer tampoco nuestra atención). Puesto que haber prestado atención a un problema es una condición previa para querer hacer algo al respecto, estamos delegando nuestro criterio ético en las noticias y las redes sociales. Esta decisión inconsciente es nefasta, porque el algoritmo de priorización, lo que determina qué nos preocupa y quién sentimos que necesita nuestra ayuda, es, simplemente, qué suceso es más noticiable.
¿A dónde nos lleva esto? A ser conscientes de que nuestra atención es un recurso crítico no solo para nosotros mismos, sino también para los demás. Si queremos vivir éticamente en el siglo XXI, tenemos que empezar a decidir muy conscientemente a qué problemas del mundo prestamos nuestra atención. Si hacemos un pequeño esfuerzo por alzar la vista, descubriremos tragedias silenciosas mucho más devastadoras que las más llamativas, como que todos las semanas mueran miles de niños pequeños por enfermedades fácilmente prevenibles (sin salir en las noticias, porque no es noticia: es una trágica rutina). Podemos combatir esas tragedias silenciosas de forma barata y efectiva, pero el primer paso es siempre el mismo: prestarles un poco de nuestra atención.
¿Cuál es la alternativa a los trending topics? Tener un modelo para priorizar problemas, sobre todo en función del impacto que podemos tener en cada uno de ellos. Si quieres saber cuáles pensamos que son los problemas a los que deberíamos prestar más atención y lo que podemos hacer al respecto, te lo contamos en detalle en la web de Ayuda Efectiva.
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🌎 Un economista del siglo XIX observó una interesante paradoja: el uso del carbón era cada vez más eficiente, especialmente gracias a avances como la máquina de vapor, pero cada vez se consumía más. Accede al post completo de la paradoja de Jevons aquí.
📚 Descubre la nueva recomendación en el apartado de Libros y otras lecturas: La primera trilogía de Nacidos de la bruma, de Brandon Sanderson (en este post)
📼 Ya está disponible la grabación del encuentro de este mes de noviembre. Puedes acceder desde aquí.
🎙️ Episodio de la semana: #215 El camino menos transitado
Un capítulo sobre la diferencia que supone elegir el camino menos transitado. Las paradas: 💫 autenticidad, 💪 la forma correcta de cabezonería, 🛡️ 5 cualidades de la persistencia, 🚀 ir a la luna ➕ y más.
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🧠 Pablo nos recomienda: «The Master and His Emissary»
Le debo la frase «la atención es un acto moral» a Iain McGilchrist, un polímata de los que dan envidia (de esos que parece que aprenden en una vida lo que a ti te llevaría tres). McGilchrist quería estudiar filosofía y teología, pero, como no existía esa licenciatura, estudió literatura en Oxford. Parece que no se le dio mal, porque al terminar le aceptaron como profesor en All Souls College, la hiperselectiva facultad de humanidades de Oxford (suele aceptar a dos personas al año) en la que te dan siete años para hacer lo que quieras, sin tener que preocuparte por minucias como dar clase. Allí empezó a interesarse por el cerebro y la mente, así que, por supuesto, estudió medicina y se especializó en psiquiatría. Y eso es solo el inicio: si quieres, puedes leer más acerca de su biografía —y lamentarte por la exigüidad de la tuya 😉— en su web.
McGilchrist es especialmente conocido por su libro de 2009 The Master and His Emissary, en el que analiza los roles de los dos hemisferios cerebrales. No temas: no estoy hablando del mito de que la gente creativa utiliza fundamentalmente su hemisferio derecho mientras que la gente más cuantitativa o analítica utiliza más el izquierdo. Lo que sostiene McGilchrist es que la división del cerebro permite procesar la información desde dos perspectivas complementarias de forma simultánea: mientras el hemisferio izquierdo analiza detalles y prioriza lo concreto y práctico, el derecho capta el panorama general, conecta emociones y contextos, y desvela matices. A partir de esa distinción, McGilchrist analiza la evolución de la cultura occidental, concluyendo que hemos sobrevalorado la primera parte de nuestras capacidades y minusvalorado la segunda, lo que resulta en una visión mecanicista y deshumanizada del mundo:
«[..] el hemisferio izquierdo necesita certeza y necesita tener razón. El hemisferio derecho permite mantener en suspenso varias posibilidades ambiguas sin dictaminar prematuramente una conclusión.»
El libro generó muchas reacciones encontradas, pero incluso sus mayores críticos admiran el trabajo de McGilchrist. Una de mis opiniones favoritas sobre el libro en Amazon dice: «El libro tiene fallos y estoy en desacuerdo con mucho de lo que afirma, pero es simplemente brillante» 🙂.
The Master and His Emissary inspiró el documental The divided brain. Si prefieres algo más rápido, RSA lo resumió en una animación de 12 minutos.
Importa la ética en el siglo XXI?