#051 🧠 ¿Cómo aprender a pensar de manera más crítica?
Las tres muertes de Internet, la escopeta de Chejov y 7 libros para replantear tus creencias
El pensamiento crítico es uno de los pilares de kaizen. Quienes llevéis tiempo escuchando el podcast recordaréis capítulos como los que dedicamos al kit para detectar charlatanes de Carl Sagan y los trucos de Feynman para saber más allá de las apariencias.
Esta semana retomamos el tema con un ángulo diferente de la mano de Alicia Chavero, que es la fundadora de la comunidad Design for Permanence y que imparte el Curso de Pensamiento Crítico en Instituto Tramontana.
En este texto nos invita a crear un observador interno, una práctica simple para aprender a pensar de manera más crítica.
🧠 ¿Cómo aprender a pensar de manera más crítica?
Algunos deportistas de élite aplican una práctica en sus entrenamientos para mejorar su rendimiento: se observan a sí mismos para saber qué deben perfeccionar. Ya sea en deportes individuales o en equipo, hacen jornadas de visionados debatiendo con sus entrenadores las habilidades y puntos ciegos para entender cómo tomar mejores decisiones en el terreno de juego.
La observación de uno mismo permite analizar, evaluar y corregir aquello que se quiere mejorar. Aunque muchos puedan creer que los espejos en los gimnasios sirven para alimentar el ego (que estoy segura de que lo hacen en muchos casos), lo cierto es que tienen un propósito funcional; observarnos nos ayuda a corregirnos.
Sabemos que esto funciona cuando queremos trabajar nuestras habilidades físicas. Ahora bien, ¿Funcionará si lo hacemos sobre nuestras habilidades mentales? La respuesta es sí. De hecho, la práctica del pensamiento crítico pasa por la creación de un observador interno y consciente que identifica cómo pensamos.
Para realizar este ejercicio podemos fijarnos en tres cosas: cómo interpretamos, cómo sentimos, y cómo hablamos.
La primera de ellas es identificar los elementos que conforman nuestro marco mental. Los marcos mentales hacen referencia a las creencias, valores, experiencias o puntos de vista que configuran la vía de acceso a nuestra mente, dotándola de un mapa con el que interpretar la realidad. Los marcos mentales determinan qué información vemos y cuál ignoramos. Por tanto, hacer visible el filtro es la condición previa para evaluar si tu pensamiento es claro, imparcial, lógico y profundo.
Imagina una persona que suele controlar todo lo que pasa a su alrededor porque si no lo hace «las cosas no salen bien». En realidad lo que existe es una creencia arraigada de que perder el control es sinónimo de riesgo. Ante un patrón de comportamiento así, merece la pena preguntar: ¿Qué evidencia tiene de que al delegar las cosas salen mal? ¿Qué parte de este afán de control es una emoción relacionada con el riesgo y cuál es un hecho constatado?
La segunda observación está relacionada con la gestión emocional. Pensar críticamente no consiste en apartar las emociones de nuestros procesos mentales; consiste en entender cómo su presencia influye en nuestras reflexiones, y sobre ello decidir si queremos modificarla. Sabemos que nuestro cuerpo, a través del ritmo cardíaco, la tensión muscular o la dilatación pupilar emite señales que nuestro cerebro interpreta y dota de significado para generar una respuesta.
Siguiendo con el ejemplo anterior, una persona puede observar qué pasa en su cuerpo cuando delega y pierde el control. Es muy probable que reaccione con señales que interpretará como que algo no va bien. Sentirá angustia en el pecho, miedo o sensación de vértigo.
Podemos actuar sobre las reacciones de nuestro cuerpo y limitarlas. En la programación neurolingüística utilizamos herramientas como las submodalidades para cambiar la forma en la que influyen los estados emocionales. Si por ejemplo el estímulo es visual (la persona no deja de imaginar las consecuencias desastrosas de dejar que su empleado haga el informe) ayudamos al cerebro a que dote a la imagen de consecuencias positivas. Si el estímulo es auditivo (como una voz interior que grita sin cesar «¡VA A SER UN DESASTRE!») trabajamos con reducir el volúmen y/o tono de voz para eliminar su impacto negativo. Si detectamos una reacción sensorial (siente una enorme bola en el pecho que no le deja respirar) trabajamos con la respiración para reducir su intensidad e imaginamos que la bola sale por los pies.
El tercer elemento que podemos observar para aprender a pensar de manera más crítica es el lenguaje que utilizamos al expresar nuestros pensamientos. El pensamiento crítico se comparte gracias a la verbalización de nuestras ideas y se articula con premisas (o razonamientos) y conclusiones que inferimos de dichas premisas. Pero estas premisas no existen en abstracto: viven en el lenguaje. Gracias a él podemos conocer las motivaciones internas, si estamos llegando a conclusiones que no se corresponden con los argumentos utilizados, o incluso detectar creencias que pasan inadvertidas. Elegir una palabra es elegir una pieza de mi mente que saco al exterior y que describe lo que se ha forjado dentro de mis pensamientos. Las palabras activan significados y generan respuestas fisiológicas tanto en los demás como en nosotros mismos. Si le preguntamos a una persona con un marco mental controlador qué le impide delegar más, una posible respuesta podría ser: «Es que nunca sale bien cuando delego. Siempre acabo arreglándolo todo yo. Y si algo falla, seguro que me culpan.» Palabras como siempre o nunca son generalizaciones que podemos rebatir. ¿Nunca ha salido bien? ¿No podría recordar un caso en el que sí salió bien? Seguramente hubo varias veces en las que delegó y funcionó. En cuanto a siempre; ¿Es así? ¿Qué ejemplos concretos tiene? ¿Es un patrón o solo una sensación? Es probable que el equipo resolviera situaciones sin su intervención, y lo hiciera con resultados positivos.
Hacer preguntas para desmontar las generalizaciones del lenguaje nos acerca a la exactitud, la claridad y la precisión, estándares universales que debemos aplicar en nuestra forma de hablar para poner en marcha el pensamiento crítico a través del lenguaje.
En definitiva, el pensamiento crítico nos ayuda a ajustar emociones, reconocer y ensanchar los marcos mentales que nos limitan y comunicarnos con más verdad a través del lenguaje que utilizamos. Cuando empezamos a pensar mejor algo profundo se recoloca. Deja de importar «ganar» debates y empieza a importar comprender. La tensión baja, las ideas se defienden con solidez y la persuasión nace del rigor, no del volumen. Las conversaciones se vuelven más limpias, las decisiones más conscientes y lo más importante, la vida se convierte en un lugar más amable, más humano, y menos raro.
🎙️ Episodio de la semana: #252 Las tres muertes de Internet
Capítulo pelín apocalíptico (y bastante friki) para analizar la muerte física, filosófica y social de la red. Y de paso:
🗝 Los 14 guardianes de las llaves
📚 Una biblioteca infinita
🎤 El efecto Milli Vanilli
➕ Y mucho más
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📱 ¿Es esta la mejor página web del mundo? De una empresa que factura miles de millones de dólares al año.
🪽 Desmontando los 10 mitos más comunes de la edad.
🔫 Uno de los principios más famosos de la narrativa que aparece en Gremlins y que está relacionado con la bomba debajo de la mesa de Hitchcock.
🥊 NQG: E64 - Temas tabú, el fracaso de la UE y errores profesionales
Os seguís superando con las sugerencias de preguntas. Esta semana:
🤯 Preguntas bloqueantes
🤐 Temas tabú
🇪🇺 El fracaso de la UE
🤦 Errores profesionales y aprendizajes
📚 Alicia nos recomienda: 7 libros para replantear tus creencias
Me resultan interesantes aquellas lecturas que nos invitan a replantear las creencias instaladas en la sociedad actual y que a veces no cuestionamos porque pensamos que las cosas siempre fueron así. El libro «La civilización empática» de Jeremy Rifkin repasa la historia universal para mostrarnos cómo las sociedades han construídos mecanismos de empatía y construcción colectiva del progreso, en contraposición a la idea individualista que impera en el mundo actual y que es anecdótica si miramos la historia de la humanidad. Libros como «La gran transformación» de Karl Polanyi, «El ensayo sobre el don» de Marcel Mauss o «El bosque de las gracias y sus pasatiempos» de Paz Moreno son excelentes ensayos de antropología que destierran las creencias sobre el comportamiento económico de las personas y la creencia de que los seres humanos buscamos la maximización del beneficio individual.
Respecto al pensamiento crítico, considero una buena introducción el libro de «Pensamiento crítico. Una actitud» De Juan Meseguer, o si lo queremos vincular al mundo actual de la IA y sus repercusiones, «El algoritmo paternalista» de Uxue Agudo y Karlos G. Liberal.
Y por último, y para los más cafeteros, recomiendo también el trabajo de Daniel Innerarity en su ensayo «Una teoría crítica de la inteligencia artificial» porque nos ayuda entender en qué consiste realmente la inteligencia humana, qué la distingue de la llamada «artificial» y qué consecuencias tiene en el mundo de las democracias occidentales.


