#041 🦚 ¿Por qué creemos lo que creemos? Creencias funcionales, creencias sociales y creencias de lujo
Inteligencia, lecturas de septiembre, inmigración y populismos.
A todos nos gustaría pensar que, si alguien describe la realidad con buenos argumentos, incorporaremos esa descripción a nuestra visión del mundo. Pero no siempre ocurre así. El motivo es lo que el filósofo Daniel Williams llama creencias socialmente adaptativas: no solo creemos la información que refleja con precisión la realidad, sino también aquella nos aporta recompensas sociales o nos evita castigos del grupo.
Cuando una creencia tiene implicaciones prácticas, esas recompensas y castigos suelen coincidir con el mundo exterior. Si creo que la reunión con mi jefe es a las 12:00 cuando en realidad es a las 11:00, lo pagaré de inmediato. Pero ¿qué ocurre cuando una idea no tiene consecuencias tangibles e inmediatas en la vida diaria? Pues que una persona puede pensar que la Tierra es plana sin que eso altere demasiado su rutina. Y al compartir esa idea con otros, surgen comunidades que refuerzan mutuamente su pertenencia, aunque lo que las una choque frontalmente con la evidencia.
Para entender mejor por qué pensamos lo que pensamos, Kevin Silmer propone imaginar tus creencias como empleados que tu cerebro contrata. En la mayoría de empresas se selecciona a los candidatos que más valor aportan. Pero también sabemos que a veces se contrata a alguien no por su capacidad, sino porque es familiar de un cliente importante. Y aunque no sea un buen trabajador, resulta útil para mantener ciertas relaciones. Lo mismo ocurre con nuestras creencias. Algunas cumplen una función mientras que otras nos ayudan a mantener relaciones.
Las creencias funcionales son las que nos permiten anticipar la realidad y tomar decisiones acertadas: saber cuándo es la reunión, cómo volver a tu casa o por qué no conviene saltar desde un quinto piso.
Las creencias sociales, en cambio, no se miden por su exactitud, sino por la utilidad que nos generan dentro del grupo. Nos ayudan a encajar, a señalar pertenencia o a diferenciarnos, aunque no son necesariamente verdaderas. Algunos ejemplos son: pensar que un número da mala suerte, repetir un lema político sin matices o creer que tu equipo siempre es víctima de los árbitros. Ninguna de estas ideas cambia el mundo físico, pero sí refuerza vínculos, muestra identidades y delimita quién está “dentro” y quién está “fuera” de nuestro grupo.
¿Cómo diferenciar las creencias funcionales de las sociales?
Las creencias funcionales son concretas, prácticas y nos obligan a contrastarlas con la realidad: si creo que la reunión es a las 12:00 y no lo es, lo descubro enseguida.
En cambio, las creencias sociales suelen ser más abstractas e impracticables y no producen un impacto directo en la vida cotidiana. Tendemos a darles el beneficio de la duda, incluso hasta la fe ciega. Sentimos la necesidad de compartirlas y lucirlas, como si fueran un pin. Las protegemos de la crítica y rara vez estamos dispuestos a ponerlas a prueba o a apostar por ellas, porque en el fondo sospechamos que no son del todo ciertas.
Cuando el lujo invade las creencias
Una metáfora interesante para terminar de entender por qué creemos lo que creemos es la de la ropa. La ropa cumple una función: nos mantiene calientes y protege nuestra intimidad. Pero al ser visible para los demás, lo que llevamos también nos permite decirle al mundo quiénes somos, con qué grupos nos identificamos y cuál es nuestro estatus en la jerarquía social.
A lo largo de la historia, la élite ha mostrado su estatus a través de la adquisición de bienes materiales no por su utilidad sino por lo que proyectan en los demás. Por eso llevan un Rolex en lugar de un Casio, conducen un Ferrari en lugar de un Dacia y comen caviar en lugar de huevos revueltos. Además de comprarse bienes inalcanzables para la mayoría, como el pavo real desplegando su colorida y costosa cola, la clase alta muestra su estatus dedicando su tiempo a actividades ociosas como la equitación, la ópera o el golf.
Con el tiempo, estos bienes y actividades reservadas se han vuelto más accesibles. Lo que curiosamente ha derivado en dos tendencias por parte de las élites, en el eterno deseo humano de diferenciarse. Por un lado, ha surgido el quiet luxury, el lujo sin logotipos. Por otro, han encontrado en las creencias un nuevo lugar desde el que señalizar su estatus. Es aquí donde entran en juego lo que el psicólogo y divulgador Rob Henderson llamó creencias de lujo.
Al igual que un bien o una actividad es de lujo cuando sólo puede permitírselo alguien con un nivel económico alto, una creencia de lujo es una idea que solo te puedes permitir cuando tus problemas económicos básicos están más que cubiertos.
Algunos ejemplos de creencia de lujo son:
Promover medidas ecologistas, mientras viajas en jet privado.
Criticar el turismo, mientras presumes de tus viajes en Instagram.
Defender la inmigración sin límites, mientras vives en un barrio exclusivo sin presión migratoria.
Criticar la subida de precios de la vivienda en grandes ciudades, mientras apoyas medidas que limitan la construcción en tu barrio.
Esta nueva forma de lujo es peligrosa porque, mientras quien tiene un Rolex o pasa sus horas jugando al golf paga el precio del lujo, el coste de las creencias de lujo recae en quienes no se las pueden permitir.
A diferencia de lo que uno puede pensar, las creencias de lujo no nacen de la ignorancia, más bien al contrario: nacen en los círculos más educados y sofisticados, allí donde los incentivos sociales premian más el estatus que la verdad.
Como escribió Orwell: «hay tonterías que cualquier persona corriente es incapaz de sostener; para sostenerlas, hay que ser un intelectual». Deberíamos dejar de premiar a quien diga esas tonterías, por muy sofisticadas que parezcan. Solo así perderán su valor y dejarán de extenderse como símbolo de estatus.
🎙️ Episodio de la semana: #243 Inteligencia (I): ¿Qué es la inteligencia?
¿Qué es la inteligencia? ¿De qué depende? A estas y a otras muchas preguntas dedicamos una nueva serie de kaizen. En este primer episodio:
🎯 La obsesión con medir
📦 Lo que se queda fuera del test
👫 Las diferencias entre hombres y mujeres
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📅 Ya está disponible la grabación del primer encuentro virtual de la 8ª temporada. Hablamos sobre MANIAC, de Benjamín Labatut; el documental 32 sounds, de Sam Green y la pregunta ¿qué hace que una vida sea valiosa?.
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Gemma Goldie nos ayuda a entender, a través del concepto de clivaje, el auge de un partido independentista en Cataluña con una mayoría de votantes que no están a favor de la independencia.