#029 🐧 El Apoyo Mutuo: Kropotkin, anarco-utopías y un puñado de pingüinos emperador
Influencia, anarquismo, por qué aceptamos las ideas y encontrar las fuentes adecuadas
La newsletter de esta semana es especial. Fernando García Quismondo, veterano de la comunidad de kaizen, compartió una reseña de un libro que marcó su juventud. Nos pareció tan interesante que hemos decidido publicarla en abierto.
Además de miembro de la comunidad, Fernando forma parte del podcast Futuroscopia junto a César Astudillo, Alberto Terol y Rosa Narváez. También es parte de la Junta de la Fundación Sicómoro, en cuya sede ha entrevistado a personas como Jesús Zamora Bonilla, Isabel Fernández y Paco Jariego, Mónica Quintana y David Alayón o María Blanco.
El texto que vas a leer, cuestiona que la vida es una competencia salvaje, a través de las ideas de El Apoyo Mutuo (1902), del pensador anarquista Piotr Kropotkin. ¿Y si la cooperación fuera un impulso evolutivo más poderoso que la lucha? A partir de esa pregunta, el texto traza un recorrido por la historia, la biología, las utopías libertarias… e incluso por los hábitos solidarios de los pingüinos emperador.
«Reconocer la despiadada lucha interior por la existencia en los límites de cada especie, y considerar tal guerra como una condición de progreso, significaría aceptar algo que no sólo no ha sido demostrado aún, sino que de ningún modo es confirmado por la observación directa». – El Apoyo Mutuo, Piotr Kropotkin
¿La sociedad se construye a base de codazos o de abrazos? En El Apoyo Mutuo (1902), el anarquista ruso Piotr Kropotkin desafió la idea de que la vida es una lucha salvaje por la supervivencia, tan en boga en su época como resultado de la oleada de pensamiento darwinista que se propagó tras la publicación de El Origen de las Especies. Según Kropotkin, es la cooperación y el apoyo mutuo lo que ha sido clave en la evolución de los animales y en el desarrollo humano, desde las tribus prehistóricas hasta ciudades medievales y sindicatos modernos. Y hay datos que lo respaldan: la biología, la psicología y la teoría de juegos han demostrado que colaborar muchas veces es más rentable que competir.
Pero ¿encaja esto con la visión libertaria moderna? ¿Es ese tipo de apoyo mutuo lo que se recoge en V de Vendetta, como se debatió en el encuentro de Febrero de la Comunidad Kaizen, o hablamos de un tipo de libertarismo (anarquismo) diferente?
Un vistazo exprés al libro («Kropotkin para dummies» o «para gente con prisa»)
Kropotkin arranca su obra El Apoyo Mutuo desmontando en sus dos primeros capítulos la imagen de la naturaleza como una lucha por la supervivencia individual. Muchos animales han evolucionado en sistemas de apoyo mutuo que mejoran sus probabilidades de éxito, desmontando el darwinismo mal entendido: no ganan los más fuertes ni los que (solo) están más adaptados individualmente, sino los que colaboran mejor.
«Las especies en las que la práctica de la ayuda mutua ha alcanzado el máximo desarrollo, invariablemente son las más numerosas, las más florecientes y más aptas para el máximo progreso». – El Apoyo Mutuo
En los primeros humanos (capítulos III y IV), la cooperación no era tampoco un extra simpático: era la condición de supervivencia. Cazar en grupo, cuidar de los enfermos, criar a los niños en colectivo o defenderse juntos no eran decisiones conscientes de «solidaridad» sino el sistema operativo de serie de cualquier grupo tribal.
«El derecho común del salvaje es su religión; es el carácter mismo de su vida. La idea del clan está siempre presente en su mente; y por eso las autolimitaciones y el sacrificio en interés del clan es el fenómeno más cotidiano». – El Apoyo Mutuo
En la Edad Media (capítulos V y VI), ese instinto tribal se tradujo en nuevas formas de organización urbana: gremios, parroquias, barrios, cooperativas de trabajo y ayuda mutua. Los gremios (más propiamente dicho, las guildas) no eran sindicatos modernos ni clubs profesionales: eran verdaderas comunidades solidarias con reglas internas, justicia propia, fondos de ayuda y sentido de pertenencia. Una especie de sindicato medieval con misa, procesión, comida compartida y seguro por si caías enfermo, vaya. La ciudad era una federación de parroquias, barrios y gremios, un verdadero ecosistema de colaboración.
Pero llegaron los Estados modernos (capítulo VII), la burocracia centralizada y el mercado capitalista. Como sostiene Kropotkin en su obra, todo aquello que funcionaba en redes horizontales se fue aplastando desde arriba: la Iglesia se quedó con la Caridad, el Estado con la Justicia, el Capital con la Producción…
Sin embargo, la gente siguió organizándose, y lo hizo alrededor del apoyo mutuo.
En plena Revolución Industrial (capítulo VIII), los obreros no esperaron que nadie les regalase dignidad. Organizaron sindicatos, cooperativas y sociedades de socorro mutuo. Más allá de la «lucha contra la explotación», las primeras cooperativas como la de Rochdale demostraron que se podía comprar, vender y sobrevivir sin pasar por el cuello de intermediarios (a menudo especuladores). El pueblo se ayudaba mutuamente, o no podría vivir en absoluto.
Y, como remata Kropotkin en su conclusión, estas estructuras de colaboración no eran reliquias sentimentales, sino expresiones vivas de una fuerza evolutiva poderosa: de ese apoyo mutuo que a lo largo de la historia ha sido más motor de progreso que cualquier lucha de todos contra todos.
El «apoyo mutuo» y las anarco-utopías
Más allá del ejercicio académico (hasta cierto punto antropológico y sociológico) del propio libro, las tesis de Kropotkin se inscriben en la tradición del libertarismo. Pero el suyo es un libertarismo de corte anarcocolectivista, que busca abolir tanto el Estado como la explotación capitalista, reemplazándolos por redes de cooperación voluntaria, propiedad compartida y ayuda mutua.
Frente a este modelo, en el siglo XX se desarrolló otro tipo de libertarismo, el anarcocapitalista que, capturando el término «libertario» de los anteriores (e incluso copiando la bandera cambiando el color rojo por el dorado), propone igualmente una sociedad sin Estado pero con propiedad privada absoluta y mercado sin restricciones. Básicamente, los «ancaps» confían en que la libre iniciativa individual y el sistema de precios del mercado pueden organizar la sociedad eficientemente sin necesidad de gobierno.
«Un aspecto gratificante de nuestro ascenso a cierta relevancia es que, por primera vez en mi memoria, nosotros, “nuestro bando”, habíamos capturado una palabra crucial del enemigo... “Libertarios” había sido durante mucho tiempo simplemente una palabra educada para los anarquistas de izquierdas, es decir, para los anarquistas contrarios a la propiedad privada, ya fueran de la variedad comunista o sindicalista. Pero ahora nos habíamos apoderado de ella...». – The Betrayal Of The American Right, Murray N. Rothbard
Pero… ¿qué tensiones surgen entre esta visión del libertarismo y la de Kropotkin? ¿Existe el «apoyo mutuo» en el anarcocapitalismo?
A primera vista, el apoyo mutuo parece una idea incompatible con el anarcocapitalismo. Kropotkin concebía ese apoyo como una estructura social voluntaria, pero omnipresente, donde la cooperación y el reparto de recursos eran la norma. En cambio, el anarcocapitalismo confía en la dinámica del mercado y la propiedad privada como ejes organizadores de la sociedad, lo que parece dejar la solidaridad como una cuestión opcional, más que como un principio estructural.
Sin embargo, algunos anarcocapitalistas han defendido que el apoyo mutuo sigue existiendo en su modelo, pero de una manera distinta. Murray Rothbard, una de las figuras clave del anarcocapitalismo a quien citaba unas líneas más arriba, argumentaba que la caridad y la ayuda mutua prosperarían mejor en un entorno de libertad absoluta, donde los individuos y comunidades podrían gestionar la asistencia social sin interferencias del Estado. En su visión, la competencia generaría prosperidad, y esa riqueza redundaría en mayores incentivos para la filantropía y las redes de ayuda privada.
La diferencia clave entre estas visiones radica en el grado de institucionalización del apoyo mutuo. Para Kropotkin y los anarcocolectivistas, el apoyo mutuo es una necesidad evolutiva y social que debe tejerse en la base de la convivencia, garantizando que todos tengan acceso a los recursos esenciales. En el anarcocapitalismo, el apoyo mutuo no desaparece, pero se supedita a la lógica del mercado: dependería de la prosperidad económica y de la iniciativa individual. En la práctica, esto significa que mientras el anarcocolectivismo considera la solidaridad como un derecho social y un deber comunitario, el anarcocapitalismo la entiende como una elección voluntaria y descentralizada, con resultados inciertos.
Solidaridad y Cooperación: «Tanto monta, monta tanto»
De todos modos, si algo queda claro es que tanto el anarcocolectivismo como el anarcocapitalismo son propuestas radicales que buscan la máxima LIBERTAD INDIVIDUAL. En lugar de combatir por decidir cuál es «mejor» de los dos, quizá deberíamos pensar que en un mundo dominado por «Estados» hipercontroladores /autoritarios y «Mercados» que favorecen la acumulación sin límites, amenazando ambos la libertad individual, ambas corrientes libertarias tienen algo que aprender una de la otra. Los anarcocapitalistas podrían reconocer que la pura competencia no es suficiente para construir una sociedad estable y justa. Y los anarcocolectivistas, por su parte, podrían ver que algunas dinámicas de intercambio voluntario y descentralización económica pueden constituir también la red de colaboración que sirva de cimiento a una sociedad plena sin la necesidad de estructuras estatales ni tampoco de abusos mercantilistas.
Al final del día, ya sea a través de economías comunitarias, redes de trueque, cooperativas o cualquier otro mecanismo, el apoyo mutuo sigue siendo una herramienta poderosa. No es cuestión de eliminar la competencia, sino de asegurarnos de que la colaboración tenga un lugar central en la sociedad.
Hoy, ante desafíos globales como la crisis climática, las desigualdades abismales o nuevas pandemias, las lecciones de El Apoyo Mutuo cobran renovada vigencia. Kropotkin nos diría que no saldremos adelante compitiendo unos contra otros por los últimos recursos, sino cooperando ingeniosamente: compartiendo conocimientos, coordinando acciones a nivel comunitario y planetario, cuidando unos de otros y del entorno común. Ejemplos sobran: comunidades que se organizan para la agricultura ecológica local, redes internacionales de voluntarios llevando ayuda a zonas de desastre, plataformas abiertas donde científicos de distintos países colaboran (como ocurrió para desarrollar vacunas contra la COVID-19). Todas estas iniciativas beben, consciente o inconscientemente, del apoyo mutuo, de la idea de que la solidaridad es nuestra mejor arma evolutiva.
Para una comunidad online pequeña (como somos aquí en Kaizen… todavía 😉), estas ideas pueden inspirar acciones locales: crear un banco de tiempo en el barrio, un grupo de compra comunitaria, un fondo vecinal de emergencia, o simplemente practicar la ayuda cotidiana. No se necesita esperar a una revolución para vivir el apoyo mutuo; se puede construir aquí y ahora, en pequeño, los lazos que algún día conformarán una sociedad mejor. Como dijo Kropotkin, incluso si a veces parece que predomina la «lucha por la vida», siempre hay una corriente poderosa de apoyo mutuo fluyendo y, de algún modo el tiempo ha colocado sus teorías en buen lugar demostrando su valor.
Y es que, en el fondo, sobrevivir y vivir bien es un esfuerzo colectivo. Competir tiene su lugar, pero cooperar es lo que nos hace verdaderamente humanos.
Así que… recuerda: la próxima vez que alguien te diga que «solo los más fuertes sobreviven», no dudes en contarle cómo los pingüinos emperador se abrazan para no morir congelados.
O también puedes contarle cómo, contra todo pronóstico, hasta una comunidad de vecinos podría eventualmente ponerse de acuerdo para organizar una barbacoa solidaria (y si eso no es prueba de que la cooperación es posible en el mundo, no sé qué podría serlo… 😂).
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🎙️ Sergio Basurcor lanza una pregunta provocadora a partir del capítulo de esta semana: ¿aceptamos las ideas porque las entendemos o porque nos gustan? Comparte tus reflexiones en este post.
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🎙️ Episodio de la semana: #232 Influencia: las tres paradojas del carisma
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📖 Recomendación de la semana: anarquismo en la enciclopedia de filosofía de Stanford
La visión del anarquismo se fundamenta en la creencia de que los seres humanos pueden organizarse de manera justa y eficiente sin necesidad de coerción estatal, a través del consenso y la ayuda mutua. En esta entrada de la enciclopedia de filosofía de Stanford podrás entender sus fundamentos y su historia.
«El anarquismo es una teoría política escéptica respecto a la justificación de la autoridad y el poder. El anarquismo suele basarse en afirmaciones morales sobre la importancia de la libertad individual, a menudo concebida como libertad frente a la dominación. Los anarquistas también ofrecen una teoría positiva del florecimiento humano, basada en un ideal de igualdad, comunidad y consenso no coercitivo. El anarquismo ha inspirado iniciativas prácticas para establecer comunidades utópicas, programas políticos radicales y revolucionarios y diversas formas de acción directa».
«El anarquismo político tiene una larga historia. En el mundo antiguo, se puede encontrar una especie de anarquismo en las ideas de los epicúreos y los cínicos».
Muy bueno. Al fin y al cabo, la evolución y la naturaleza priorizan la supervivencia del colectivo (o la especie) por encima de la del individuo.
"Competir tiene su lugar, pero cooperar es lo que nos hace verdaderamente humanos" — me ha parecido una manera fantástica de resumirlo.